Hay pocos lugares en la Tierra tan espectaculares como el Gran Cañón. Esta hendidura de una milla de profundidad en el paisaje, uno de los últimos grandes espacios naturales de Estados Unidos que se han cartografiado y explorado, ha sido designada parque nacional.

Una vez terminada la batalla, los agotados cimarrones se dirigen al borde del cañón. Pero deben tener cuidado, ya que el cañón también alberga grandes depredadores, y un feroz puma está al acecho.

Los pájaros carpinteros han utilizado hábilmente un pino para esconder las bellotas que recogen, y son muy buenos trabajando juntos. Al mismo tiempo, deben vigilar a los depredadores y proteger sus riquezas de otros animales deseosos de robarles la comida.

El cóndor de California, una de las aves más raras del mundo y la más grande de Norteamérica, se eleva majestuosamente sobre el cañón. Una creciente manada de bisontes deambula por el borde norte, pero su presencia en el parque está irritando a algunos.

Los perritos de las praderas están en alerta constante, pero el zorro del desierto tiene una joven familia que alimentar, ¡y los perritos de las praderas están sin duda en su menú! A medida que aumenta el calor y los pájaros surcan el cielo, las criaturas de abajo tienen que evaluar cuál puede ser una amenaza, e incluso utilizar sistemas particulares para anunciar las emergencias.

Durante siglos se creyó que el Gran Cañón y su río eran intransitables, pero en el siglo diecinueve se excavaron senderos escarpados en sus paredes. Sin embargo, para el ágil borrego cimarrón y visitantes estivales como la golondrina verde violácea, éste sigue siendo el patio de recreo natural.

Los turistas vienen a hacer canotaje en los inmensos rápidos del río Colorado, pero esto no es un parque de atracciones y hay peligros muy reales en el cañón. Mientras tanto, un elegante águila pescadora consigue alimento en las turbulentas aguas, pero también debe enfrentarse al astuto cuervo, que está decidido a robarle la presa que tanto le ha costado conseguir.

La gente ha viajado por el cañón durante milenios, y algunos incluso han hecho de este lugar su hogar. Sin embargo, en el clima extremo de la estación de los monzones, éste es un entorno peligroso e inhóspito para todos, salvo para la fauna autóctona que está mejor adaptada.

El poco común cóndor de California ha sido reintroducido con éxito en el Gran Cañón, y los científicos supervisan sus progresos marcando a cada ave para identificarlas. Como carroñeros, se alimentan de los cadáveres de animales muertos, pero en realidad son criaturas muy limpias.

Los Antílopes son extremadamente rápidos y ¡pueden dejar atrás fácilmente a un puma! Aun así, deben tener cuidado con lo que pisan ya que el suelo del cañón está repleto de agujeros... los perritos de las praderas viven aquí y pueden compartir sus madrigueras con algunas aves inusuales que anidan bajo tierra. Completan el cuadro los temibles tejones, pequeños pero voraces.

Un temible tejón americano está de caza y los perritos de las praderas ni siquiera están a salvo en sus madrigueras. El borde norte del cañón retumba con los bisontes en celo, mientras los grandes machos chocan sus cuernos para determinar su superioridad.

Con la llegada del invierno, los animales se preparan una vez más para la estación más dura en los impresionantes confines de la mayor garganta del mundo, el Parque Nacional del Gran Cañón.

Fraguado por el calor volcánico que aún burbujea en el corazón de este gran desierto americano, el poderoso Yellowstone fue el primero de los Parques Nacionales de Estados Unidos. Situado en su mayor parte en Wyoming, es un lugar donde el bisonte campa a sus anchas y el lobo gris ha regresado, restableciendo el orden natural del ecosistema.

La comida es escasa durante los duros meses de invierno, y la batalla por sobrevivir es intensa. La exitosa manada de lobos caza constantemente para alimentar a todas las bocas hambrientas, y los bisontes cansados deben cavar a través de capas de nieve si quieren alimentarse.

Criaturas grandes y pequeñas, desde el bisonte hasta la mosca efídrida, aprovechan las aguas termales para sobrevivir a los meses más fríos del invierno. Otras, como los osos, hibernan y, cuando el tiempo se calienta, emergen voraces y dispuestas a buscar cualquier alimento que encuentren.